EL MAÑUNGO.
¿Conocieron al Mañungo?
...Seguramente que no.
Era un muchacho de mi barrio, que, en mi época de niño,
conocí en una "pichanga" que jugábamos, un día,
con los "muchachos" de la cuadra que está detrás de la mía.
Parecía siempre enfermo porque tosía y tosía,
y por eso en la "pichanga" casi nunca lo ponían.
Decían que era muy flaco, que para patear no servía,
y que si alguien lo empujaba, no aguantaba y se caía
.
Nunca fue amigo de nadie, porque nadie lo quería,
y cuando después de clases armábamos la "partida",
él se quedaba mirando, desde afuera de la cancha,
esperando la "revancha" para ver si lo "ponían".
Yo parece que lo veo cuando me pongo a pensar,
allá afuera de la cancha,
con las manos a la espalda su pena disimulaba,
aunque a veces no aguantaba y, casi a punto de llorar,
miraba como diciendo: "yo también quiero jugar".
Fue "derecho" el Mañungo pues el día que me "agarré"
fue el único que a mi lado, a "puñete" y puntapiés,
me defendió como pudo y hasta aguantó mejor que yo
la paliza que nos dieron, entre todos, a los dos.
Perdonen si les aburro contándoles estas cosas,
pero amigo como aquel no he vuelto a tener jamás,
fue por eso que lloré, como hombre que era, y que soy,
el día que, para siempre, se lo llevó aquella tos.
El Mañungo fue mi amigo y por eso lo recuerdo,
si a veces casi lo veo, cuando me pongo a pensar.
allá afuera de la cancha, su pena disimulaba,
diciendo con la mirada y casi a punto de llorar:
¿muchachos, qué es lo que pasa?
Yo también quiero jugar.
Autor: Tito Fernández
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