BIOCIDIO

Yo soy el macho sobreviviente de los últimos cien años,
y estoy hecho de piedra, arcilla, arena y conchuela.
Nací junto al sonoro viento del desierto
y un sol brillante bronceó y abrigó mi cuerpo.

La suave brisa del mar acarició mi rostro
y el dulce eterno tronar de las olas me cantó una melodía de cuna.
Mi parque... Las verdes lomas de la pampa;
jugando con cabras borregos y vacas,
bebí de la misma ubre la leche blanca y tibia.
Entre los frutales, aceitunas y olivares
el viento hizo florecer un canto con sabor a vals y amancayes.

Mis mascotas fueron camarones y cangrejos,
mis juguetes fueron las boyas, las redes, los cabos;
el más querido la piola y el anzuelo.
Nunca fallaba, tenía que ser sargo, lenguado o corvina,
y si era otro, con una caricia bajito le hablaba al sordo oído
y le devolvía a mi madre naturaleza.

Entre las peñas, olas y moches,
mi chiquillo se llenó de lapas, tolinas y cuánto marisco,
los botes y chinchorros traían de todo para comer
sudados, ceviches, chupes y fritos;
no había eso de los industriales, los artesanales, los de altura;

¡ Todos éramos hermanos!
¡Todo eso se fundió!
¿Lo entienden?
¡ Se murió!

Con aquella noticia de los años cincuenta y siete
que dio vuelta al mundo entero,

“ La fundición... La fundición más grande de América “

La alegría y algarabía se notó en los rostros de encorbatados, uniformados,
¡Gentes de otros idiomas y países!
Algunos de los míos cambiaron:
sus aletas patarranas... por puntas de acero,
sus trajes de buceo... por overoles y mamelucos,
sus chinguillos y máscaras... por guantes y cascos.

Y un enorme gusano con ruedas de fierro macizo,
empezó a moverse roncando y rugiendo
gritando... teeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!,
y hasta a dejado unas crías
en el malecón costero y la pampa inalámbrica.

Ante la mirada impotente
salieron de las chimeneas un espeso humo
de ácidos contaminantes y veneno,
se fue haciendo un mounstro gigante y sin forma,
y su rabo de relave y veneno fue derechito a las aguas del mar
para matar a los peces y todo ser vivo.

Muchas aves emprendieron vuelo con cantos de nunca más volver;
el sol se apagó,
y junto a él también se oscurecieron
los corazones y las conciencias, las mentes
de ministros, gobernantes y locutores;
y están indolentes, inertes, sordos, ciegos,
tienen los olfatos tapados y paladar de lobo,
creo que han perdido la razón...

¡Están locos!

Hoy... la locomotora hace de las suyas,
no tiene consideraciones,
y el valeroso uniformado le protege,
no le puede hacer alto;
este gusano solo obedece al pueblo, al pueblo unido.

Y el buque se va con la riqueza que mi país desangra,
y hasta las flores que recién aprenden en las aulas
ya están tosiendo y estornudando,
y poco a poco se irán muriendo
junto ala tumba del mártir Carlos Guillén Carrera.

¡MALDITOS!
¿Dónde está mi madre que me parió macho?
¡Devuélvame a mi madre naturaleza.!
¡MALDITOS!

Autor: Caleb Cruz

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